Hace 180 años terminó la primera guerra del opio entre Gran Bretaña y el Imperio de China. Cuando los barcos de guerra británicos aparecieron en el delta del río de las perlas y rápidamente destruyeron a los barcos de guerra chinos, que en realidad eran unos barcos de juncos con cañones montados encima de ellos, lo que más le llamó la atención a los chinos era cómo estos pesados barcos de acero eran capaces de maniobrar y disparar destruyendo rápidamente sus barcos.
Pues bien, la razón de que los barcos de acero puedan flotar es debido al Principio de Arquímedes, que establece que cuando sumergimos un objeto en el agua, este flota por una fuerza que lo empuja hacia arriba y que es igual al peso del líquido que desplaza. Los barcos además están huecos, por lo que hay mucho espacio vacío dentro del casco del barco.
La densidad media del barco, si incluimos tanto el metal como el aire, es menor que la densidad del agua y es la razón por la cual los materiales más densos que el agua, como el acero, pueden flotar. Se dice que cuando Arquímedes descubrió su famoso principio, estando en la tina de su baño, salió corriendo desnudo por las calles del pueblo gritando: ¡Eureka, lo tengo!
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